La
propaganda política, en su forma moderna, ha sido inaugurada por el
bolcheviquismo y especialmente por Lenin y Trotsky, puede reducirse a dos
expresiones esenciales: la revelación política (o denuncia) y la voz de orden
Las
revelaciones tienden a esclarecer, tras los sofismas con que las clases
dominantes envuelven sus intereses egoístas, la verdadera naturaleza de sus
apetitos y el fundamento real de su poder, y a dar a las masas una
"representación clara" de ello. Abarcan todos los campos y son la
condición necesaria y fundamental para formar las masas con miras a su
actividad revolucionaria
La
voz de orden nos lleva al aspecto combativo y constructivo de esta propaganda.
La voz de orden es la representación verbal de una fase de la táctica
revolucionaria. Verdadero concepto motor, expresa tan clara, breve y
eufónicamente como le es posible, el objetivo más importante del momento, ya se
trate, en el período revolucionario, del aniquilamiento del adversario o de la unificación
de la masa.
Las
voces de orden jalonan plataformas sucesivas que permiten obligar a las otras
fuerzas políticas a definirse por o contra la colaboración en objetivos
concretos y seductores para las masas.
Para
trabajar el ambiente, con el objeto de propagar en él revelaciones y voces de
orden, el bolcheviquismo distingue dos clases de agentes: los propagandistas y
los agitadores.
El
propagandista inculca muchas ideas a una sola persona o a una muy pequeña
cantidad de ellas; el agitador inculca solo una idea o una pequeña cantidad de
ellas, pero, en cambio, las inculca a toda una masa de personas. Se esforzará
por suscitar el descontento y la indignación en la masa por esta injusticia
irritante, dejando al propagandista la tarea de dar una explicación completa de
esta contradicción.
Es
necesario tener «nuestros hombres» socialdemócratas, en todas partes y siempre,
en todas las capas sociales, en todas las posiciones que permitan conocer los
resortes interiores del mecanismo de nuestro Estado".
El
papel de estos hombres es, en primer lugar, hacer propaganda y agitación con
todos los recursos, tratando de adaptar sus argumentos al medio en que actúan.
Cada célula funciona como una antena de información y, en los regímenes
soviéticos, los diarios poseen una multitud de "corresponsales
populares" ubicados en todos los niveles de las actividades del país.
Sin embargo, los ejércitos de propagandistas y
agitadores, aunque se contasen por millones, no bastaban para conquistar la
victoria si su acción no estaba respaldada por una línea política justa y por
realizaciones prácticas. Sin actos que la apoyen, una propaganda no pasa de ser
un mero verbalismo que crea ilusiones peligrosas e inmoviliza el desarrollo de
la táctica en una etapa ya sobrepasada.
La
propaganda es autenticada con actos, y esto es primordial para la masa de
aquellos a quienes una larga experiencia ha inspirado dudas sobre el valor de
los programas políticos. En período de conquista revolucionaria y de
construcción socialista, la función de estos prototipos es aún más importante.
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