miércoles, 4 de marzo de 2015

Propaganda Bolchevique



La propaganda política, en su forma moderna, ha sido inaugurada por el bolcheviquismo y especialmente por Lenin y Trotsky, puede reducirse a dos expresiones esenciales: la revelación política (o denuncia) y la voz de orden
Las revelaciones tienden a esclarecer, tras los sofismas con que las clases dominantes envuelven sus intereses egoístas, la verdadera naturaleza de sus apetitos y el fundamento real de su poder, y a dar a las masas una "representación clara" de ello. Abarcan todos los campos y son la condición necesaria y fundamental para formar las masas con miras a su actividad revolucionaria 
La voz de orden nos lleva al aspecto combativo y constructivo de esta propaganda. La voz de orden es la representación verbal de una fase de la táctica revolucionaria. Verdadero concepto motor, expresa tan clara, breve y eufónicamente como le es posible, el objetivo más importante del momento, ya se trate, en el período revolucionario, del aniquilamiento del adversario o de la unificación de la masa.
Las voces de orden jalonan plataformas sucesivas que permiten obligar a las otras fuerzas políticas a definirse por o contra la colaboración en objetivos concretos y seductores para las masas.
Para trabajar el ambiente, con el objeto de propagar en él revelaciones y voces de orden, el bolcheviquismo distingue dos clases de agentes: los propagandistas y los agitadores.
El propagandista inculca muchas ideas a una sola persona o a una muy pequeña cantidad de ellas; el agitador inculca solo una idea o una pequeña cantidad de ellas, pero, en cambio, las inculca a toda una masa de personas. Se esforzará por suscitar el descontento y la indignación en la masa por esta injusticia irritante, dejando al propagandista la tarea de dar una explicación completa de esta contradicción.
Es necesario tener «nuestros hombres» socialdemócratas, en todas partes y siempre, en todas las capas sociales, en todas las posiciones que permitan conocer los resortes interiores del mecanismo de nuestro Estado".
El papel de estos hombres es, en primer lugar, hacer propaganda y agitación con todos los recursos, tratando de adaptar sus argumentos al medio en que actúan. Cada célula funciona como una antena de información y, en los regímenes soviéticos, los diarios poseen una multitud de "corresponsales populares" ubicados en todos los niveles de las actividades del país.
 Sin embargo, los ejércitos de propagandistas y agitadores, aunque se contasen por millones, no bastaban para conquistar la victoria si su acción no estaba respaldada por una línea política justa y por realizaciones prácticas. Sin actos que la apoyen, una propaganda no pasa de ser un mero verbalismo que crea ilusiones peligrosas e inmoviliza el desarrollo de la táctica en una etapa ya sobrepasada.
La propaganda es autenticada con actos, y esto es primordial para la masa de aquellos a quienes una larga experiencia ha inspirado dudas sobre el valor de los programas políticos. En período de conquista revolucionaria y de construcción socialista, la función de estos prototipos es aún más importante.


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