Es
uno de los fenómenos dominantes en la primera mitad del siglo xx, empresa
organizada para influir y dirigir la opinión En la jerarquía de los poderes del
totalitarismo moderno la propaganda política ocupa, innegablemente, el primer
puesto, antes que la policía.
Ahora
los ciudadanos son persuadidos poco a poco al llamado a votar y a hacer guerras
que ya no conciernen sólo a especialistas y mercenarios, sus responsabilidades
se amplían con la participación en la vida pública. La política exterior ya no
interesa solamente a las cancillerías, sino que estremece a la opinión nacional.
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