El
hitlerismo corrompió la concepción leninista de la propaganda. Hizo de ella un arma
en sí, de la que se sirvió indiferentemente para todos sus fines Esta
propaganda carece de objetivos concretos; se dispersa en gritos de guerra, imprecaciones,
amenazas, profecías vagas, y si es necesario hacer promesas, éstas son tan descabelladas
que no pueden ser admitidas por el ser humano, sino cuando en él la exaltación
ha llegado a un punto que le hace responder sin reflexionar.
Hitler,
por su parte, descubrió que la masa, al coagularse, cobra un carácter más sentimental,
más femenino. "En su gran mayoría —dijo— el pueblo se encuentra en una
disposición de ánimo y un espíritu a tal punto femeninos, que sus opiniones y
sus actos son determinados mucho más por la impresión producida en sus sentidos
que por la pura reflexión". Ésta es la razón del éxito de la propaganda
nazi en la masa alemana; el predominio de la imagen frente a la explicación, de
lo sensible brutal frente a lo racional.
La
propaganda hitleriana echa sus raíces en las zonas más. oscuras del
inconsciente colectivo, exaltando la pureza de la sangre, los instintos
elementales de crimen y de destrucción, remontándose, mediante la cruz gamada,
hasta la más antigua mitología solar.
La
propaganda nazi ejercía menos en el campo de los sentimientos y de la razón que
en otra región, en zonas fisiológicas e inconscientes en las que pasiones y
costumbres absurdas y contradictorias a la luz de la lógica encuentran asidero
y equilibrio.
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